El rocío de la mañana moja tus pestañas y no hay instante en el mundo que se parezca a este: caminar sobre el pasto mojado con mis botas de lluvia amarillas y tus tibias manos entrelazadas a las mías. Tu sonrisa de lado, tus miradas de reojo (finjo no darme cuenta así te hago feliz), tu perfecto perfil, tu nariz chiquita y tus ojos de miel y nuestro caminar con brío hacia quién sabe dónde. Esa mala manía tuya de existir solo en mis sueños…
No hay comentarios:
Publicar un comentario